jueves, 14 de febrero de 2008

EL SOBREPESO

INTRODUCCIÓN
Más allá de los factores estéticos y psicológicos que suele involucrar un marcado exceso de peso, se considera que la acumulación inmoderada de grasa corporal constituye un verdadero proceso patológico que favorece la aparición y el desarrollo de enfermedades y alteraciones metabólicas crónicas, en aquellas personas afectadas que, asimismo, reducen la duración y calidad de vida más que en el resto de la población.

El sobrepeso corporal y la
obesidad son dos grados de un mismo trastorno, muy frecuente en nuestro medio, que se caracteriza por una acumulación excesiva y generalizada de lípidos en los depósitos de grasa orgánica. El principal parámetro para determinar la existencia de sobrepeso corporal u obesidad es que el peso físico sea claramente superior al peso anatómico ideal. Así se considera sobrepeso si se supera el 10% del peso ideal y de obesidad si se supera en más de un 15%.
Futuros adultos obesos


El mecanismo, hipotético, más constante por el que aparece el sobrepeso y más tarde la obesidad es el mantenimiento de un balance energético positivo de larga duración, es decir, la realización de una ingesta de nutrientes nutritivos, durante mucho tiempo, superior a la energía que realmente utilice el organismo; de esta forma, la energía sobrante se acumula, en forma de lípidos, en los depósitos de tejido graso del organismo. Este mecanismo (también conocido como el Sistema Fiscal o Fiduciario), aunque sea de mucha acepción general no es totalmente válido.


SOBREPESO


No existe nada más frustrante en toda la medicina y en toda la regulación de la comida que el tratamiento del sobrepeso -si no se tiene en cuenta que sus hermanastras, la anorexia y la bulimia, son igualmente tercas en su entendimiento y peores en su resolución.



Para concebir estas condiciones y para emprender la ruta tortuosa de sus curas, es preciso conocer no solo los aspectos dinámicos de sus cuadros clínicos, sino que asimismo es indispensable analizar intensamente al paciente que las presenta.
Pero existe una triste realidad que a todos nos afecta.
Esta realidad consiste en el auspicio maligno que gravita y proyecta su sombra negra en el campo de la reducción de peso, y que consiste en el hecho incontrovertible de que nadie ha diseñado una dieta basada en hechos indisputables y científicos. Una dieta que remueva el desenlace evasivo que representa el logro de una pérdida de peso permanente y sin sacrificios.



Esa dieta, si existiera, hubiera eliminado la obesidad. Y como esta dieta no existe, lo que nos queda es que el flagelo que la gordura representa para la salud humana se ha convertido en epidemia progresiva.
Por ello:
No es posible que un
sistema de tratamiento que se estructure basado en el ofrecimiento de un plan universal y uniforme para aplicarlo a todos quienes sean que lo usen, pueda ayudar a la mayoría. La razón para esto sigue siendo simple.



No es igual la dieta de un niño, de una adolescente, de personas jóvenes, viejas, de mujeres embarazadas, de un fumador, de un bebedor o la de un diabético -para destacar algunos ejemplos.
Si aceptamos como lógico lo que por encima hemos enunciado, entonces entenderemos por qué los muchos sistemas dietéticos que hoy se utilizan están (todos, sin excepción) destinados a fracasar y a crear mayores problemas de los que programan resolver.



Y, como si esto no fuera suficiente, y para complicarlo más, cuando se habla del tratamiento de las enfermedades del comer: muchos aconsejan y pocos saben… Así que terminamos enrolándonos en programas para reducir de poca fiabilidad demostrada.


Programas que, a pesar de ofrecer poco, son ilógicos y costosos. Ilógicos porque se basan en el padecer el hambre, que es contranatural; y costosos porque nos obligan a hacer uso de "comidas" preparadas, que son caras, y cuyos componentes a menudo no existen en la Naturaleza para el consumo de nuestro género humano.


La realidad reside en el hipotálamo


Nuestros módulos natos, aquellos que moran en el cerebro para garantizar nuestra existencia, son órganos auto-reguladores que se mantienen en equilibrio por medio de sus funciones automáticas y automatizadas. Lo que significa que actúan sin tener en cuenta nuestros anhelos, deseos, caprichos o pensamientos.





Entonces, es un asunto de dudosa certidumbre cuando alguien nos promete librarnos de libras indeseadas por medio de la dieta, de un spa o de la cirugía bariátrica. Porque la gordura, siendo resultado de procesos de auto-regulación en desequilibrio no obedece a maniobras externas que, en principio, subvierten aun más la estabilidad de los módulos natos que nos gobiernan.
Por un instante, pausemos y pensemos en por qué, si no sirve algún propósito de adaptación, engordamos.
Las tribulaciones, demandas y exigencias de nuestra especie en su
estado prístino, favorecieron la evolución de ciertas características que nos confirieran reacciones instintivas auto-preservativas.
Las más conocidas y fáciles de entender, de acuerdo a la neurociencia moderna, residían, en sus estados rudimentarios, en los lóbulos prefrontales y en las
estructuras límbicas.


Las mejores estudiadas de estas reacciones son:

· Detección de peligros. Que nos ayudaba a reconocer y evitar sin pensarlo muchos
animales, cosas desconocidas y aún otros seres humanos que pudieran causarnos daño.



· El raciocinio de causalidad. La capacidad de intuir narrativos causales por eventos naturales, lo que nos ayudaba a comprender los misterios del mundo enigmático que entonces nos rodeaba y que aún nos rodea.


· Una teoría de la mente. Que nos permitiría intuir y entender lo que otros individuos pensaban, reconociendo que los demás poseen sus propias creencias, deseos, principios e intenciones, no siempre en armonía con los nuestros.
Entonces, el escenario donde viviéramos, era ideal para que la gordura existiera transitoriamente y para que no se instalara de manera permanente.
Veamos:
En el pleistoceno vivíamos como animales cazadores y recogedores que no habían desarrollado el uso sofisticado del
lenguaje, de las herramientas, del fuego o de la agricultura y la domesticación de otros animales para alimento, placer o trabajo. Como tales existíamos a la merced de los ciclos naturales de escasez y abundancia que nos forzaron a adoptar una dieta omnívora y variada (comemos de todo) y con la capacidad de acumular en la forma de grasa lo que nos sobrara, pero siempre para perder ese exceso de adiposidad en el momento en que la comida de nuevo escaseara o fuera insuficiente.


Pero ya hemos descrito en otras lecciones estos datos y los relacionados a cómo la disponibilidad de comida nos afecta en todas nuestras adaptaciones fisiológicas y emocionales.
Lo que aquí nos atañe es recordar que el almacenar grasa es natural para nuestra especie. Pero asimismo es importante que entendamos que es un dividendo transitorio y efímero.





Tratamiento



El objetivo del tratamiento del sobrepeso y la obesidad es, básicamente, conseguir una reducción progresiva del volumen de tejido graso excedente. Esto se representa en la realización de una dieta progresiva a largo término y en medidas terapéuticas complementarias como ejercicios físicos, la fisioterapia y la psicoterapia. Esta idea y método, cuando se aplican, sabemos que ofrecen pocas garantías de efectividad.
El propósito de una dieta es conseguir la pérdida de peso a un ritmo adecuado, manteniendo el
equilibrio nutritivo, hasta la estabilización del peso más conveniente al nivel ideal particular para cada persona. Una dieta, siempre personalizada, consta de dos fases.


En una primera fase, puede ser indicada una dieta hipocalórica, es decir, de bajo contenido energético, pero equilibrada desde el punto de vista nutritivo, hasta la obtención del peso deseado.


En una segunda fase, se iniciaría una dieta de mantenimiento que consiste en realidad en una alimentación completa y equilibrada, similar a la que se aconseja al conjunto de la población, aunque puede restringir, según los casos, el consumo de alimentos muy energéticos e innecesarios desde un punto de vista nutritivo.


¿Motivación o fuerza de voluntad?


La palabra "motivación" está contenida en el título de esta lección por una razón específica. Ya que ésta es, se supone, la que nos impele a todos a perder el peso que nos hace la vida imposible. "Motivación" es palabra que muchos conocen mejor como "la fuerza de voluntad".
¿Por qué (tantos que acumulan libras que rehúsan a salir de sus cuerpos) fallan en enjaezar esa fuerza de voluntad o motivación que obtendría sus anhelos haciéndolos felices?
Porque esa fuerza de voluntad no es un
pensamiento que existe en aislamiento total, como si fuera una virtud moral del que algunas personas carecen.
No. Esa fuerza de voluntad forma parte de
sistemas complejos que involucran la dualidad indivisible del cerebro y de la mente (su función).
Los sistemas que aquí entran en
acción regulan nuestras emociones, y viajan por los tres cerebros que hipotéticamente están representados anatómicamente en el nuestro.
En el tratamiento del obeso, las emociones y sus afectos son importantes. Los aspectos del
desarrollo personal del obeso y de sus habilidades innatas para auto-regularse, asimismo hay que considerarlas. Hay que determinar si la comida ha adquirido representaciones morbosas en los centros del placer que existen en varios lugares en el cerebro, además de radicar esencialmente en el hipotálamo.
Entonces y, por medio de un
programa de terapia cognitivo-catártico puede lograrse la meta elusiva de la "cura" de la gordura, que consiste en la pérdida de peso permanente y sin la secuela habitual de su retorno tan inevitable como infausto e inefable.
Pero lograrlo, como ya sabemos, no es fácil, aunque no es del todo imposible.

3 comentarios:

Nicole dijo...

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Anónimo dijo...

Para mi es una cuestión defuerza de voluntad el bajar de peso y preocuparse por la salud de uno mismo, mi hermano desde qu va a Buy viagra en su bicicleta ha bajado 3 kilos en este mes, y es algo tan simple y que si ha funcionado y ahora se mucho mejor.

Anónimo dijo...

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